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jueves, 25 de febrero de 2010

Síncope, los peligros de la Apnea







Según un estudio realizado en Australia desde el año 1987 hasta el año 1996 (Edmonds y Walker 1999) destacó que el 45 % de las víctimas que practicaban apnea fueron por ahogamiento, el 30% por accidentes cardiacos y un 20% de problemas dados por un inadecuado aporte de oxígeno (anoxia, hipóxia, mioclonus,…).

Resulta sorprendente que en la civilización occidental que todo lo estudia, todo lo mide y todo lo controla, existiendo las grandes instalaciones olímpicas y deportivas de alto nivel, que hoy por hoy se den paradojas como la de desconocer los niveles de oxígeno que por debajo de los mismos, el cerebro muere o sufre daños irreversibles. Unos dicen que cuatro minutos sin aporte de oxigeno es más que suficiente para la muerte del cerebro, aunque sorprendentemente rescates efectuados a accidentados que se “ahogaron” en aguas cercanas al punto de congelación fueron recuperados tras permanecer “muertos” entre 10 y 40 minutos. Algunos apneístas como en el caso de Herbert Nitsch, son capaces de aguantar cerca de nueve minutos sin respirar. Si bien más adelante describiremos en profundidad como funciona fisiológicamente el síncope, la samba y otros enemigos

Hoy abordaremos el tema del síncope o desmayo de los siete metros desde la perspectiva de la resolución del problema que genera cuando afecta al deportista.

Muchos de los apneístas temen a los habitantes del mar, especialmente a las barracudas o los tiburones, condiciones del mar, accidentes con embarcaciones,… Pero estadísticamente hablando y en la vida real, las oportunidades de que ocurra algo aún en un encuentro con tiburones, son mínimas. El síncope representa la espada de Damocles del apneísta, su miedo más ancestral. Es sin dudad el enemigo que tiende a sorprendernos cuando menos lo esperamos. Pero esto no tiene que ser necesariamente así.

Una vez el apneísta remonta la superficie desde el fondo e independientemente de la profundidad que haya alcanzado se encuentra expuesto al peligro de sufrir un síncope. El síncope es un estado inducido por los elevados niveles de anhídrido carbónico en sangre producidos por el metabolismo celular (aunque realicemos el ejercicio en apnea), o bien por el descenso alarmante de los niveles de oxígeno que induce al cerebro a reaccionar enviando la orden de redistribuir todo el oxígeno del torrente sanguíneo (músculos, pulmones,…) y dirigirlo exclusivamente hacia el cerebro con el objeto de preservar la vida del individuo.

El síncope pues no es mas que un vahído, un desmayo sin más consecuencias que la pérdida del sentido por unos breves instantes, aunque en el agua y sin compañero, el síncope puede resultar fatal.

Dada la fisiología de la apnea y debido a que la presión de la columna de agua afecta a nuestras cavidades “aéreas”, es en los últimos 3 a 5 metros de profundidad donde los cambios fisiológicos se acentúan y producen como resultado la caída de la presión parcial de oxígeno (ver ley de los gases-Ley de Dalton). Los ahora re-expandidos pulmones, incrementan su volumen al mismo tiempo que la presión del agua disminuye (así como la presión del aire en el interior de los pulmones), y las escasas moléculas de oxígeno están ahora esparcidas, siendo más difícil para el cerebro absorberlas del torrente sanguíneo.

El síncope puede también ocurrir al alcanzar la superficie, ya que el trayecto del oxígeno desde nuestros pulmones al cerebro dura aproximadamente cinco segundos. Esta es la razón por la que en campeonatos e intentos de récords el apneísta debe devolver la señal internacional de ok en buceo al juez o jueces, para dar la prueba como válida.

En algunos casos el síncope puede ocurrir, incluso momentos después de que el apneísta haya alcanzado la superficie. De ahí la importancia de tener compañeros en superficie, observando cualquier síntoma de síncope.

SINTOMAS MÁS COMUNES:

Estos son los siete síntomas más comunes del síncope que estás obligado a observar si tu compañero los sufre:

* El apneísta deja de nadar sin razón aparente.
* Los brazos del mismo caen a ambos lados de su cuerpo.
* El apneísta deja de aletear sin razón aparente.
* La cabeza cae hacia delante o hacia atrás.
* El apneísta deja de ascender y vuelve a descender sin control.
* Los ojos del apneísta se quedan en blanco o se cierran sin motivo aparente.
* El apneísta sufre espasmos o convulsiones.

El síncope no suele avisar al apneísta antes de atacar, ocurre rápida e instantáneamente. Pero algunos buceadores pueden sentir algunos de los siguientes síntomas:

* Desorientación.
* Visión periférica restringida o visión de túnel.
* Mareos.
* Visión de estrellas.
* Euforia.
* Sensación de calor.
* Calambres en el cuello.

Ten en cuenta que, incluso sintiendo alguno de los anteriores síntomas, puede ser demasiado tarde. El síncope en un caso serio, puede llegar a ser mortal, pero justo es decir que es difícil que ocurra si se toman algunas precauciones. Estas son las siete “reglas de oro” para evitar el síncope:

1. Evitar la hiperventilación, aprende la respiración consciente.
2. Mantén un perfil conservador en tu inmersión, se prudente.
3. No hacer más de 3-4 respiraciones conscientes y profundas, relájate antes de hacerlo.
4. Descansa entre inmersiones profundas. Permite a tu cuerpo recuperarse de 3-5 minutos antes de una nueva inmersión.
5. No te obligues a bajar más y/o permanecer más tiempo de lo que tu nivel y experiencia te lo permita o de la propia de tu compañero de inmersión.
6. Mantén siempre la flotabilidad positiva desde los últimos 10 metros hasta la superficie, seguridad pasiva.
7. Nunca practiques apnea solo. Hazlo siempre con un compañero y de tu mismo nivel.

El entrenamiento en piscina es propicio a degenerar en un síncope cuando se entrena la apnea estática y este ocurre principalmente debido a la hiperventilación. Nunca bajéis la guardia.

Artículo escrito por Juan Llantada @ Imagen por marcobla

1 comentario:

  1. Qué valientes que son dedicándose a esto! Yo sería incapaz, sólo de pensarlo me ahogo, aunuqe por otra parte me encantaría vivir la experiencia de bucear... Pero no muy profundo.

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