Neptuno y Eolo libran una batalla cada día frente al faro de Trafalgar, un conflicto de corrientes en aguas históricas que desafían intrépidos pescadores subacuáticos y buceadores.
Sólo la punta del pie en el rompiente. La mar ruge. Neptuno y Eolo están de gresca. Su vieja batalla, tan antigua como el propio origen de los regentes del mar y el viento, se libra con brío, cada día, frente al Faro de Trafalgar. Hierve la mar en el Bajo de la Aceitera. Sólo la punta del pie, sólo, y la furia de las olas te empuja a las piedras. El poniente silba bajito, qué mentiroso. Desde el Faro el viento parece acariciar el manto marino. Falacias. En el interior de la Aceitera el agua hierve y dos corrientes pelean en 6 millas de superficie rocosa que terminan en un muro de caída de cerca de 30 metros. Hierve la mar -¿cómo no hervir?- pero en La Aceitera se esconden bellos paisajes (y grandes piezas de mero). Pescadores subacuáticos y buceadores se adentran cada día. Dicen que es como la Meca, "por lo menos hay que ir una vez en la vida".
“En La Aceitera lo más peligroso es la marea de creciente con viento de poniente y la vaciante con el viento de levante", detalla Jiménez, que advierte que "es una zona donde realmente sólo se puede hacer pesca submarina sin peligro en el reparo -intervalo entre el cambio de marea- de llenante o de vaciante".
Y es que, permanecer alerta a los vientos y las mareas es fundamental para practicar tanto el buceo como la pesca en esta zona que tantas y tantas vidas ha robado a aficionados, bañistas y deportistas. "Lo que ocurre es que la gente va a lo loco. Y, muchas veces, están a cuenta de pescar una buena pieza que de su propia seguridad", opina Germán Ruiz, miembro del Club Náutico de Sancti Petri y de su reputado equipo de competición en pesca submarina.
El peligro de estas aguas no es ningún secreto. Así en las cartas náuticas, el Bajo de la Aceitera aparece señalado como un banco peligroso para la navegación. "Pero si tomas las medidas adecuadas puedes enfrentarte a ese peligro aunque, como bien se sabe, la mar es traicionera y siempre hay que estar atento". Para el efectivo de Salvamento Marítimo "lo ideal" -para la pesca submarina- es salir "en una zodiac de 5 metros y medio, más o menos, con un buen motor de 50 caballos y dos personas y un barquero. Más gente no porque el barquero no podría vigilarlos mientras que están en el agua y menos tampoco por si necesitan ayudarse". Inevitablemente, una tragedia invade su discurso, una penosa circunstancia que vivió en primera persona [en La Aceitera en el pasado mes de…].
En las inmediaciones del faro de Trafalgar y en los puertos de Conil y Barbate -desde donde, habitualmente, salen las embarcaciones destino a la Aceitera- se recuerdan historias. "Es lamentable, cada año siempre lo mismo: desaparecidos, muertos, accidentes... Pero es que normalmente son gente que no tienen licencias o que sobrepasan sus posibilidades. La verdad es que los casos de buceadores desaparecidos son menos, por lo general son los que hacen pesca submarina, como es a pulmón y no van tan equipados pues claro...", opinaban en un corrillo varios pescadores que no quisieron facilitar su identidad.
Germán hace hincapié en la temeridad. "La gente no se da cuenta que bajar 15 metros en La Aceitera es como bajar 20 o 25 porque el esfuerzo es enorme, luchas con la fuerza de las corrientes. Hay mucha gente que no tiene en cuenta esto".
Aficionados al buceo no pueden estar más de acuerdo con estas afirmaciones. "El escafandrista lleva su botella y un equipo bastante completo con manómetro, profundímetro y toda una serie de elementos con los que te puedes orientar bajo el mar. La pesca submarina se hace con inmersión en apnea -a pulmón libre- y no hay que perder de vista que es un cazador, su objetivo es pinchar un buen ejemplar.
Y buenos ejemplares no faltan en las históricas aguas de Trafalgar. Meros, urtas, corvinas, doradas, robalos... La variedad de especies y de tamaños es "impresionante", coinciden los entrevistados. "Las aguas son muy claras, el pescado es mucho y la avaricia una mala compañera".
Y el desconocimiento.
Las recomendaciones son infinitas pero las desgracias les van a la zaga. Hierve la mar en Trafalgar, en la Aceitera. Y junto con los paneles que recuerdan la histórica pugna de 1805, grafitis y lápidas conmemorativas rememoran batallas perdidas más humanas. "Chiqui, no te olvidamos (1-12-06)", "En memoria de Santiago González Tati y en la de todos aquellos que un día entregaron su vida a estas aguas (18 de septiembre de 2004).
Duerme el horizonte. Hierve la mar. Se parte el alma.
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